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martes, 15 de septiembre de 2009

Formas Tecnológicas de vida (TTC-2)

Formas Tecnológicas de vida

Como seres humanos, siempre hemos sido protagonistas de complejos procesos de comunicación que se pueden caracterizar según sus diferentes contextos de interacción sea personal, familiar y social, donde la relación se establecía fundamentalmente por el “cara a cara”.
La realidad de la que hoy formamos parte agrega a aquellas complejidades un entorno que no nos vio nacer, no nos es propio pero al que debemos migrar para intentar guiar valores en el rumbo de desarrollo de la sociedad.
Un nuevo entorno, el digital, que no está por allá y se nos viene, sino que está entre nosotros, y casi sin darnos cuenta nos atraviesa permanentemente con sus flujos electrónicos transformándonos en parte de él, donde por no ser nuestra tierra natal, nos encontramos en las estructuras mentales nativas e inerciales que nos traen “clausuras operacionales” (¹), visualizadas en las distorsiones e irritaciones con que percibimos la nueva época, la nueva realidad, la nuestra.
Ella, sintetizada en pocas palabras como actualidad tecnológica que digitaliza la cotidianeidad social, va mucho más allá de aparatos (PC y celulares), redes físicas y virtuales con sus medios (cables, satélites y repetidoras) que transmiten bits, impulsos señales y ondas, sino implica fundamentalmente nuevas formas de vida desde lo individual a lo social, lo que incluye la más amplia variedad de actividades humanas (laborales, institucionales…).
Este trasfondo cuyo horizonte aún no visualizamos por completo tiene que ver con las tecnologías blandas (recordemos la primer caracterización de Tecnología desde la bibliografía básica en el nivel medio). Allí, (por nombrar algunas) la sociología, la tecnología de gestión en su más amplio sentido, el marketing como estrategias de penetración y comercialización…cobran sentido vital en lo que debería ser el principal motivo de reflexiones y debates para re-conocernos en la re-construcción de una realidad de la que por ahora no logramos apropiarnos.
Las características con que se nos presenta la digitalización, la virtualidad tiene en su raíz rasgos de similitud con los que nos criamos (de allí la imagen del escritorio), pero existen aspectos que marcan diferencias sustanciales que son la velocidad (sincronicidad, simultaneidad) con que se producen los acontecimientos (positivos y negativos) y la sideral capacidad almacenamiento de información (memoria). Es decir, la presencia de información y sus posibilidades de acceso simultáneo por transmisión de bits, marcan una diferencia enorme con nuestra tierra de transmisión de átomos que la nanotecnología informática comprime y acelera.
Siempre hubo marcas, patentes y consumismo ante mensajes trascendiendo el tiempo de exposición, la particularidad de hoy es que la cantidad y velocidad accede abrumadoramente a todos por igual y muchos poderes forman parte de esta corriente arrolladora que pretenden hacerla sinónimo de calidad de vida.
La vorágine con que se nos presentan estos desarrollos desestabiliza y debilita el presente con el cual en nuestras acostumbradas estructuras de pensamiento nos apoyábamos para construir el futuro. Por que el presente comprimido y veloz nos apabulla sin darnos tiempo a reaccionar.
Nos queda entonces, practicar una velocidad inusual de pensamiento y posicionarnos más allá de las posibles estructuras del futuro donde encontrar las posibles acciones que permitan enfrentar el desafío que propone la web, con una nueva forma de pensar la realidad.
El gran problema es que tras el telón del escritorio y los usos que podemos darle está el poder capitalista globalizante de lo que debemos y podemos. Pero como “ya no hay afuera. La crítica de la información está en la información misma.”(²), nuestra apuesta debe transitar en el conocimiento de esta realidad, desmenuzarla, deshilacharla desestructurándonos, y comprenderla como punto de partida de nuestra acción dentro de este “flujo global de comunicaciones”(³)



Sergio Moraga




Bibliografía:

(¹)(²)(³)
Lash, Scot, Crítica de la información. Buenos Aires, Amorrortu, 2005 cap.2 y 14

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